Dialogando con un malandro
(Esta historia es ficticia, para los faltos de cerebros que normalmente son los chavistas y algún que otro opositor que se las da de letrado).
Un día no tan normal, salí a caminar un rato a ver si conseguía distenderme un poco. En eso, se me pega un tipo cerca y me pone una pistola en un costado. Ahí empieza el discursito de siempre para todos los que vivimos en la República Bolibanana:
— Dame to’ lo que tengas mamagüevo o te dejó pega’o ahí
— Ya, va. Quédate tranquilo, que yo lo que cargo son Bs. 300 y de vaina pagas un Doritos pequeño con eso, y este celular es un pote. El Android se me dañó el año pasado. Así que no hay nada.
— Bueno, vas a llevá bala por limpio.
— ¡Carajo! Y me vas a matar por no tener algo para robar. Mira, vamos a hacer algo. Siéntate ahí y guárdate esa bicha. Ya vuelvo.
Fui por un Doritos pequeño cerca y volví con el delincuente. No se movió de donde lo dejé. No sé por qué me hizo caso.
— Toma, pa’ que vayas comiendo algo mientras te cuento.
— Coño, gracias mi llave.
— ¿Por qué pierdes el tiempo atracando gente que tiene menos que tú? ¿No sería hora de que cambiaras tus objetivos? No te voy a decir que dejes el hamponaje porque sé que no lo harás, pero al menos podrías intentar robarle a quien si tiene.
— Pero llave, es que los millonarios ya piraron de aquí hace rato porque la vaina está ruda en este país.
— Cáele a los del gobierno, a los del PSUV. Esos tienen lujos pa’ tirar pa’l techo. Mira: la enana psicópata de Delcy Rodríguez tiene zapatos de Bs. 1 millon y carteras de $6000. El otro payaso que es Héctor Rodríguez usa relojes de $3000 y dice que nos quiere pobres a todos porque si no, después no votamos por ellos. Y la otra vez, una carajita de 16 años le robó a Nelson Merentes un carajazo de divisas, y eso que él se la tiraba.
— Pero panita, esos bichos andan con un viaje e’ escoltas pa’rriba y pa’bajo.
— ¿Te preocupa eso? Ustedes consiguen facilito hasta granadas, e incluso, tienen las bolas de ir a tirárselas a los policías.
— Bueno, sí, pero es que…
— ¡Es que nada! Esos son tus blancos y tú sabes que carrera e’ malandro es carrera corta. Agradece por lo menos que te estoy hablando y no soy un policía queriendo llenarte la vida de plomo.
— Bueno, sí, convive. Le voy dando que que quiero llegar a mi casa. Se me ciuda el dulce porque sino llegan los homirguitas, ¿si vá?
— Dale, pues.
El tipo se fue. Pidio una carrerita con un mototaxista y agarró quién sabe a dónde. No sé si el carajo me hará caso, pero al menos lo alejé de mí y de quienes anden como yo: como los propios indigentes malpagados.
Pero estoy seguro que ese carajo no saldrá vivo a tanto escolta. El más gafo de todos los dizque funcionarios tenía a 12 agentes del Sebin a su disposición. Así que todo seguirá igual.